08 mayo, 2006

El inventor

Lo que vais a leer a continuación puede resultar estúpido o anecdótico pero yo todavía estoy encogida de la emoción, así que ser benevolentes.
Como todos los días, me paso por Blogdecine (enlazado a tu derecha) para saciar mi adicción de noticias frescas. Allí me encuentro con una mención sobre Iván Sainz-Pardo y su corto Schneckentraum (El sueño del caracol). Nunca he sido seguidora del mundo del cortometraje, de ahí que desconozca esta maravilla. Finalmente lo ví y la historia es de las que emocionan sin remedio. Un corto precioso. Aquí podeis verlo en alemán y con subtítulos en español. Lo recomiendo.


Si ver el corto ya emociona, sentir un déjà vu extraño durante el visionado me dejó sin palabras.
Recuerdo el corto con otro título, otros personajes y añadidos, pero al fin y al cabo la misma historia. Y no me suena de ahora, hace años que alguien me comentó un proyecto de las mismas características, pero mucho más modesto eso sí. Incluso recuerdo ver el guión encuadernado, con pastas azules y letra verdana en negrita. Estoy segura de que ambas no tienen conexión.
Ahora la pregunta que me hago es si cabe la posibilidad de que una historia, una idea "original" se les ocurra a personas distintas sin tener ninguna vinculación entre sí. ¿Se puede inventar algo que otro ha inventado antes? ¿Se puede inventar de nuevo un libro, una idea o un objeto sin tener conocimiento de que ya existe?.

El libro infantil "El hombre que ya no tenía nada que hacer" del escritor sueco Peter Bichsel se compone de 7 historias fantásticas en clave de humor y absurdo. Aprovecho para recomendarlo a niños y adultos, es realmente delirante.
He aquí unos fragmentos de "El inventor":

" La de inventor es una profesión que no se aprende; por eso es rara. Hoy ya ni siquiera existe. Hoy las cosas ya no las inventan los inventores, sino los ingenieros y los técnicos, los mecánicos, también los ebanistas, los arquitectos y los albañiles; pero la mayoría no inventa nada.
[...]
En 1890 nació uno de ellos, que todavía vive.
Nadie lo conoce, pues vive en una época en que ya no quedan inventores.
Desde el año 1931 se encuentra solo.
Él no sabe eso, porque entonces ya no vivía en la ciudad ni se relacionaba con la gente.
Los inventores necesitan tranquilidad.
Nunca salía de su casa y tenía muy pocas visitas.
Se pasaba el día calculando y dibujando. Se pasaba las horas sentado, frunciendo el ceño, apoyando la mano en la frente y pensando.
[...]
Y después de todos esos años, llegó una tarde en que no estuvo malhumorado, porque por fin había dado con su invento, y ya ni siquiera se acostó.
[...]
Entonces los enrolló y, después de años, fue por vez primera a la ciudad. Ésta había cambiado totalmente.
Donde antes había caballos, ahora había automóviles, y en los almacenes había escaleras mecánicas y los trenes ya no iban a vapor. Los tranvías eran subterráneos y salía música de cajitas que la gente llevaba consigo.
El inventor se sorprendió. Pero como era inventor, lo comprendió todo rápidamente.
Veía un frigorífico y decía: "Ajá".
Veía un teléfono y decía: "Ajá".
Y cuando vio luces rojas y verdes, comprendió que el rojo era para esperar y el verde para continuar.
Y cuando estaba rojo, esperaba, y cuando estaba verde, continuaba.
Y todo lo comprendía, pero se encontraba sorprendido, y así casi llegó a olvidarse de su invento.
Cuando volvió a pensar en él, se dirigió a un hombre, que también esperaba porque estaba rojo, y le dijo:
- Perdone usted, he inventado algo.
Y el señor se mostró amable y preguntó:
- ¿Y qué es lo que desea?
Y el inventor no lo sabía.
- Se trata de un invento importante -añadió el inventor, pero entonces la luz se puso verde y tuvieron que cruzar.
Cuando uno lleva tiempo sin estar en la ciudad, se encuentra desorientado, y si ha dado con un invento, no sabe adónde ir con él.
¿Qué iba a decir a la gente a la que el inventor comentaba: "He inventado algo"?
La mayoría no decía nada; algunos se reían del inventor y otros seguían su camino como si no hubieran oído nada.
[...]
- ¡Miren aquí! He inventado un aparato en el que se puede ver lo que ocurre lejos.
- Este ha inventado la televisión -dijo alguien, y todos se rieron.
[...]
- ¿Por qué ríe la gente?
- Ríen -dijo aquel hombre- porque ya no hay que inventarla -y señaló al rincón del restaurante donde había un aparato de televisión. [...] "

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2 Comments:

Blogger Unknown said...

Lo apunto en mi agenda de visionados pendientes.

Un saludo enganchado.

09 mayo, 2006  
Blogger Kike said...

Ciertamente es emotivo y no te queda más remedio que estremecerte y pensar lo que te puedes peder si tienes miedo a hacer lo que estas deseando hacer y el remate de no haber hecho algo que normalmente hubieras hecho y te hubiera llevado a perder el miedo.

Huy! esto ha quedado muy lioso. Bueno espero que quien lo lea lo haga después de ver el corto.

En cuanto a lo de los inventos y coincidencias en temas de inspiración creo que es muy común y más cuando vamos hacia un mundo en el que, a grandes rasgos, todos nos vemos influenciados por las mismas cosas, los mismos problemas o muy parecidos, por lo que podemos sentir cosa muy parecidas y a la hora de expresarlas salgan en esencia las mismas ideas, o soluciones a nuestros problemas.

Un saludo.

10 mayo, 2006  

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